domingo, 17 de marzo de 2013

Como el Agua


 
 
Hablado de esas cosas importantes que carecen de importancia (o visto desde otra perspectiva, de esas cosas sin importancia que en el momento oportuno se hacen fundamentales) alguien me dijo no hace mucho,  que agua que pasa no mueve molino.  Bueno, eso dependerá de la fuerza del agua, porque igual pudiera ser que el agua pase con tanta fuerza que se lleve el molino entero por delante, mire Ud por donde... en estas divagaciones filosóficas de cubata y que tanto me gustan, andaba yo enfrascado  cuando caí en la cuenta que el edificio en el que trabajo es un molino y que por allí pasa el agua. A veces pasa poquita, tranquila y serena. Otras veces un verdadero caudal sonoro e imparable. Son en esas ocasiones cuando me pierdo mirando por la ventana y disfruto de los pocos momentos que tengo de tranquilidad, sobrecogido por su fuerza y con ojos hipnotizados por esa energía imparable y desbocada.  Y es que no hay obstáculo que pueda detener al agua, cuando esta está decidida a ganar su camino. Lo encontrará  y seguirá adelante,  por mas presas y diques que le pongas en su camino. No podrás detenerla si no quiere que la detengas. Cuando el agua llega, o te apartas o te dejas arrastrar, pero nadar a contra corriente es algo que no funciona, porque el agua es más fuerte que tú. Lo mejor, yo creo, es que si ya te ha alcanzado, hay que seguir a donde te arrastre la corriente, esperando que sea benevolente y no nos ahogue, hasta lograr alcanzar algún sitio donde poder sujetarnos.  No sé si eres el agua, o el dique o la rama a la que me agarro, pero sé que estas ahí y que de lo contrario, acabaría ahogado.